Vida Saludable

Dulce espera: así prepara una madre el camino saludable de su hijo

Por Mabel Morales

De repente, el velo de silencio y tensión que rodea a una mujer encerrada en su baño, se rompe cuando dos rayas azules aparecen en el dispositivo que sujeta entre sus dedos; el presentimiento se confirma y el mundo cambia de color. Para muchas mujeres este es un escenario de inmensa alegría, que contrasta con las incertidumbres y hasta los miedos que vienen después. “Estoy embarazada… ¿Y ahora cómo preparo el camino de mi bebé?”.

De una u otra forma esta es una pregunta que nos hacemos todas las madres; es el interrogante que posiblemente te estés planteando justo ahora mientras lees estas líneas. Y aunque la avalancha de ideas y cosas por hacer se nos viene encima para empujarnos a una carrera frenética de preparativos, hay que hacer un pausa, respirar profundo y considerar un consejo simple, pero muy sabio (uno que me ayudó tanto en mi propia maternidad) y que quizás puede traerte la calma que requieres para actuar con serenidad. ¿Sabes cuál es ese consejo? No te preocupes de su bienestar, preocúpate por el tuyo”.

Sí, yo también abrí los ojos y levanté las cejas como seguramente lo has hecho tú. ¡Cuánto egoísmo hay en esa frase! ¡Cómo es posible, si las madres damos hasta la vida por nuestros hijos! En efecto, el amor maternal hace hasta lo imposible para asegurar el bienestar de esos tesoros que la vida nos da, pero es precisamente el afán de nuestras acciones el que a veces nos lleva a cometer errores, particularmente durante la etapa de embarazo.  ¿Por qué debes preocuparte primero por tu bienestar? Muy sencillo, porque durante esta etapa, de una forma que no se repetirá jamás, tú y tu bebé son uno; están unidos física y espiritualmente de una forma extraordinaria. Todo lo que te afecta a ti, lo afecta a él… o a ella.

La ciencia ha demostrado que tu bebé es sensible a tus estados de ánimo y que va de la mano contigo en las altas y bajas de tu salud. Es por eso que no resulta para nada conveniente emprender las “cruzadas” de bienestar que algunas madres gestantes se proponen en supuesto beneficio de sus hijos. Se privan de todo lo que les gusta, se someten a regímenes alimenticios extraños y, en general,  hacen sacrificios que las hacen infelices. Para tener equilibrio en este asunto, la fórmula que puedes aplicar es muy sencilla: si es saludable para tu cuerpo, si te produce alegría, si hay un beneficio comprobado en ello y si, en definitiva, es bueno y recomendable para ti, entonces es bueno para tu bebé. No dejes de reír, no dejes pasear, no dejes de darte algunos gustos sanos (esconde de vez en cuando la calculadora de calorías, por favor) y sé feliz. Sí, lo nutricional es fundamental. Ni hablar de alejarse a kilómetros del consumo de sustancias como el alcohol. Eso ya debes darlo por descontado. Al margen de ello, no pierdas de vista jamás que tu bienestar emocional es la mejor manera empezar a trazar el camino de felicidad de ese bebé que está por nacer. Las experiencias que tú vivas durante la gestación son sus primeras impresiones del mundo.

No tengo un estudio científico que avale lo que voy a decir sobre mis propios hijos… pero durante mis embarazos procuré ser feliz y disfrutar de la espera y creo que en gran medida eso influyo en el equilibrio y el buen carácter que percibo hoy en ellos; es una prueba empírica de que lo que comienza bien, tiene grandes posibilidades de terminar bien.